lunes, 27 de abril de 2015
EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO : CRÍMENES, TERROR Y REPRESIÓN
El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión (1997) es un libro escrito por profesores universitarios e investigadores europeos y editado por Stéphane Courtois, director de investigaciones del Centre national de la recherche scientifique (CNRS), organización pública de investigación de Francia. Su propósito es catalogar diversos actos criminales (asesinatos, tortura, deportaciones, etc.) que son el resultado de la búsqueda e implementación del comunismo (en el contexto del libro, se refiere fundamentalmente a las acciones de estados comunistas). El libro se publicó originalmente en Francia con el título Le Livre noir du communisme : Crimes, terreur, répression. En español fue publicado en 1998 por las editoriales Espasa Calpe y Planeta
La introducción, a cargo del editor, Stéphane Courtois, mantiene que «...el comunismo real [...] puso en funcionamiento una represión sistemática, hasta llegar a erigir, en momentos de paroxismo, el terror como forma de gobierno». De acuerdo con las estimaciones realizadas, cita un total de muertes que «...se acerca a la cifra de cien millones». El análisis detallado del total es el siguiente:
• 20 millones en la Unión Soviética,
• 65 millones en la República Popular China
• 1 millón en Vietnam
• 2 millones en Corea del Norte
• 2 millones en Camboya
• 1 millón en los regímenes comunistas de Europa oriental
• 150.000 en Cuba y otros países de Latinoamérica
• 1,7 millones en África
• 1,5 millones en Afganistán
• 10.000 muertes provocadas por «[el] movimiento comunista internacional y partidos comunistas no situados en el poder».
La introducción proporciona también un listado más detallado de los actos criminales descritos en el libro:
• Unión Soviética: fusilamiento de rehenes o personas confinadas en prisión sin juicio y asesinato de obreros y campesinos rebeldes entre 1918 y 1922; lahambruna de 1922; la liquidación y deportación de los cosacos del Don en 1920; el uso del sistema de campos de concentración del Gulag en el periodo entre 1918 y 1930; la Gran Purga de 1937-1938; la deportación de los kuláks de 1930 a 1932; la muerte de seis millones de ucranianos (Holodomor) durante la hambruna de 1932-1933; la deportación de personas provenientes de Polonia, Ucrania, los países bálticos, Moldavia y Besarabia entre 1939 y 1941 y luego entre 1944 y 1945; la deportación de los alemanes del Volga en 1941; la deportación y abandono de los tártaros de Crimea en 1943; de los chechenos en 1944 y de los ingusetios en 1944.
• Camboya: deportación y exterminio de la población urbana de Camboya.
• China: destrucción de los tibetanos.
El libro, entre otras fuentes, usó material de los entonces recientemente desclasificados archivos del KGB así como de otros archivos soviéticos.
Semejanzas y diferencias con el nazismo
Debido a la mayor cantidad de asesinatos atribuidos al comunismo que al nazismo, surge el interrogante acerca de las semejanzas y diferencias existentes entre ambas ideologías. Stéphane Courtois escribió:
“En cada caso el objeto de los golpes no fueron individuos sino grupos. El terror tuvo como finalidad exterminar a un grupo designado como enemigo que, ciertamente, sólo constituía una fracción de la sociedad, pero que fue golpeado en cuanto tal por una lógica genocida. Así, los mecanismos de segregación y de exclusión del «totalitarismo de clase» se asemejan singularmente a los del «totalitarismo de raza».
La sociedad nazi futura debía ser construida alrededor de la «raza pura», la sociedad comunista futura alrededor de un pueblo proletario purificado de toda escoria burguesa. La remodelación de estas dos sociedades fue contemplada de la misma manera, incluso aunque los criterios de exclusión no fueran los mismos. Resulta, por lo tanto, falso pretender que el comunismo sea un universalismo: aunque el proyecto tiene una vocación mundial, una parte de la humanidad es declarada indigna de existir, como sucedía en el nazismo. La diferencia reside en que la poda por estratos (clases) reemplaza a la poda racial y territorial de los nazis.
Los crímenes leninistas, estalinistas y maoístas y la experiencia camboyana plantean, por lo tanto, a la humanidad –así como a los juristas y a los historiadores – una cuestión nueva: ¿cómo calificar el crimen que consiste en exterminar, por razones político-ideológicas, no ya a individuos o a grupos limitados de opositores, sino a segmentos masivos de la sociedad? ¿Hay que inventar una nueva denominación? Algunos autores anglosajones así lo piensan y han creado el término «politicidio». ¿O es preciso llegar hasta el punto, como lo hacen los juristas checos, de calificar los crímenes cometidos bajo el régimen comunista de simplemente «crímenes comunistas»?
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¡FUERA EL COMUNISMO VENDEPATRIA DEL GOBIERNO Y LOS SINDICATOS URUGUAYOS!
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